miércoles, 24 de febrero de 2010


siento en mí un sentimiento de impotencia enorme que se suma a responsabilidades ajenas que asumo sin que se me pida. siento que a cada rato que pasa estoy más lejos de lo que quiero ser y que con cada día que vivo, más que acercarme a mi idéal me voy distanciando de a saltos gigantes por decisiones mal tomadas y malas respuestas a mi realidad.
no siento que la corriente y yo vayamos en el mismo sentido, algo debo estar haciendo mal para que todo esté al revez, algo debí haber pensado antes para mandarme a donde estoy -si es que pensé... o tal vez simplemente no tuve la capacidad para preveer las secuelas de mis decisiones.
más allá de todo eso, cuando me encarno tanto en situaciones o circunstancias en las que no tengo cartas que jugar; no sólo porque no me corresponda, sino porque no tengo herramientas para defenderme a la larga o a la corta; salgo masacrada emocionalmente y vulnerable al más mínimo cambio en el resto de los aspectos que hacen a mi vida. por más que trate de aislar cada bloque, todo se junta en algún punto, en mi punto de equilibrio y si algo me llega o me afecta corre como por una línea de pólvora hasta ese 'nudo harmonioso', perturbandome en cosas que nunca se me habrieran ocurrido conectar, para volar todo por los aires.
siento como si me hubieran hecho una lobotomía por lo impotente e inerte que soy◊

J'ai plus de souvenirs que si j'avais mille ans.

Un gros meuble à tiroirs encombré de bilans,
De vers, de billets doux, de procès, de romances,
Avec de lourds cheveux roulés dans des quittances,
Cache moins de secrets que mon triste cerveau.
C'est une pyramide, un immense caveau,
Qui contient plus de morts que la fosse commune.
— Je suis un cimetière abhorré de la lune,
Où comme des remords se traînent de longs vers
Qui s'acharnent toujours sur mes morts les plus chers.
Je suis un vieux boudoir plein de roses fanées,
Où gît tout un fouillis de modes surannées,
Où les pastels plaintifs et les pâles Boucher
Seuls, respirent l'odeur d'un flacon débouché.

Rien n'égale en longueur les boiteuses journées,
Quand sous les lourds flocons des neigeuses années
L'ennui, fruit de la morne incuriosité,
Prend les proportions de l'immortalité.
— Désormais tu n'es plus, ô matière vivante!
Qu'un granit entouré d'une vague épouvante,
Assoupi dans le fond d'un Sahara brumeux;
Un vieux sphinx ignoré du monde insoucieux,
Oublié sur la carte, et dont l'humeur farouche
Ne chante qu'aux rayons du soleil qui se couche.

C.B·


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